viernes, 4 de marzo de 2011

"Y el Oscar es para..." (Primera Parte)

La entrega de los Óscares se ha ganado a pulso el descrédito popular. Comenzando por el hecho de que constantemente se premia a un determinado tipo de filmes, obedeciendo a criterios muy limitados, aunque ha habido algunas excepciones, pero son muy pocas. Ahora que, si consideramos que la inmensa mayoría de los magnates de Hollywood son judíos y/o conservadores, no resulta tan raro que actúen de ese modo…
No por nada los Globos de Oro, el Festival de Sundance y el de Cannes han reivindicado últimamente su papel como galardones mucho más justos, plurales y confiables; además de que dan cabida a un mayor número de categorías, permitiendo que cineastas y artistas poco conocidos presenten sus producciones, con lo que se enriquece la diversidad cinematográfica alrededor del mundo.
Sin embargo, y aunque nos pese, los Óscares siguen siendo los premios de cinematografía más famosos y controvertidos; y nosotros como espectadores, seamos expertos o no, siempre tendemos a criticar todo categóricamente: la película es buena o mala. Punto.
De modo que nunca se tiene a nadie lo suficientemente satisfecho. Si la película es romántica resulta demasiado cursi, si es de ciencia ficción no vale ni el boleto de la entrada; si es de terror es poco creíble, si fue nominada al Óscar seguro es muy comercial, y por el contrario, si no obtiene ningún premio, entonces seguro es fatal...y así sucesivamente.
En mi caso, intento no ser tan tajante y trato de buscar siempre un equilibrio dentro de mi amor al séptimo arte. Bueno no, la verdad no siempre, pues todavía considero que sí hay películas nefastas (hollywoodenses y no hollywoodenses) en las cuales no vale la pena desperdiciar ni un minuto de nuestra atención. En fin, como no quisiera caer en el mismo afán de ataques negativos que tanto critico, mejor hablaré sobre las películas que están en boca de todos: “las oscareables” (sic) del año.
La gran ganadora fue sin duda “El discurso del rey”, y la gran perdedora, “True grit”. Si bien esta última hay que entenderla en su carácter de western con el sello tan particular de los hermanos Cohen, y aunque disfuté más “No country for old men”, creo que “True Grit” es una gran película que no fue lo suficientemente reconocida. Lo mismo sucedió con “Inception”, ratificando así la costumbre de la Academia de menospreciar a cintas de ciencia ficción. En este caso, una en su tipo que además de  impresionantes efectos especiales, tiene un excelente argumento, sólo obtuvo premios relacionados con aspectos técnicos (y aún así no comprendo cómo es que le ganó“Alice in wonderland”…)
La propia ceremonia no dejó un buen sabor de boca. Creo que ha sido una de las más desangeladas de los últimos años, que no de las más tediosas, pero tampoco de las más emotivas. Ya ni siquiera eso resultó ser parte del show. Eso sí, lo que no faltó fue el glamour acartonado de todos los asistentes.

El caso es que “El discurso del rey” se hizo acreedora a varios premios: mejor actor principal, mejor guión original, mejor dirección y mejor fotografía, y aunque me agradó el papel de Christian Bale en “The fighter”, yo sí le hubiera dado una estatuilla dorada a Mark Ruffalo (“The kids are all right”) o a Geoffrey Rush (“King’s speech”) por mejor actor de reparto.
La terna para mejor película estuvo bastante reñida, creo que las diez películas nominadas merecían estarlo,  y aunque había otras muy buenas opciones, “The king’s speech” resulta una curiosa mezcla de elementos que la hicieron tan exitosa. Sin efectos especiales, sin una escenografía extraordinaria, sin escenas de violencia o de sexo pero eso sí, con un montón de palabrotas –perfectamente contextualizadas- logró cautivarnos. Aunque es típico que la Academia premie a películas biográficas y de época, en las que se reflexiona positivamente acerca de un personaje que supera sus problemas.
Pero como dije anteriormente, en gustos se rompen géneros y hay quienes la han calificado de mediocre y simplona. Yo considero que sus argumentos son ligeros, sí, pero precisos, emotivos y muy bien armados; supongo que por eso ganó como mejor guión.  

Además es interesante la reflexión que hace sobre la relación entre la política y el personaje que la ejerce; sobre cómo la vida pública influye a la privada y visceversa, así como de la capacidad del ser humano para ser fuerte en momentos de debilidad, confiando en uno mismo para hacer valer nuestra voz, de todas las formas posibles...

Ok, ¡creo que sí me extiendo demasiado! así que continuaré divagando en la siguiente entrada :)

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