Por lo general suelo meditar mucho mis decisiones, a veces en exceso, incluso al tratarse de cosas simples e intrascendentes, quizá con el afán de tener seguridad y control sobre mis acciones, pero últimamente he re-descubierto lo padre que es que muchas de las cosas más asombrosas de la vida lleguen de forma impulsiva, sin esperarlas.
Según una frase popular, cuyo autor desconozco, nunca se debe tomar decisiones estando enojado, ni hacer promesas estando feliz, es decir, que no es bueno que nuestras acciones se encuentren condicionadas por un estado de ánimo efímero que sólo nos llevará a grandes desilusiones o arrepentimientos.
Evidentemente no es recomendable actuar siempre de un modo impulsivo, ni cargar con el remordimiento de palabras hirientes que en realidad no queríamos decir, o de actos que no creíamos ser capaces de cometer. Sin embargo, así como a veces es mejor inclinarse por la prudencia, cada vez estoy más convencida de que no hay como dejarse llevar por nuestros impulsos o "corazonadas", que pueden tomar una magnitud increíble y cambiar para siempre un momento, una sensación, la vida entera.
Esos pequeños instantes extraordinarios que no duran más que unos cuantos segundos, pero que pueden influir en decisiones para toda la vida. Vuelcos inesperados que ni uno mismo pensaba que serían tan trascendentes al momento de optar por ellos, y que nos dejan siempre con un aprendizaje importantísimo para el futuro.
Temer durante meses acercarte a quien amas en secreto y hacerlo en el momento preciso en que el instinto te da la seguridad que te faltaba. Sentir el impulso de robar un beso, salir corriendo a la calle en una tarde de lluvia, atreverse a probar nuevas experiencias, o dejar que un nuevo amor forme parte tu vida sin importar que después puedas salir lastimado. Llamar a alguien después de varios años sólo por las ganas repentinas de hablar con esa persona. Inclusive hay quienes decidieron la carrera que iban a estudiar gracias a un impulso que reveló cuáles eran sus verdaderos deseos. Tener el impulso de pararte a bailar o a cantar sin importarte que luzcas ridículo...
Decidir realizar un viaje inesperado, planear todo el camino por andar sólo para desviarse al último momento, no por equivocación, sino por el deseo de explorar algo nuevo y de que el recorrido tenga un final distinto. Tomar la decisión de quedarse, o de marcharse, seguir tus corazonadas y acertar en el resultado. Comprender que la vida no hay que pensársela tanto, ya que sus caminos son insospechados y las sorpresas (buenas y malas) están siempre a la vuelta de la esquina.
Actuar impulsivamente implica peligro, arrojo, incertidumbre, emoción, adrenalina, espontaneidad... y así, como pincelazos al azar en un cuadro imperfecto, pero hermoso y artístico, las decisiones más espontáneas e impulsivas de nuestra vida aparecen para sacudir nuestra rutina diaria y demostrarnos que vale la pena actuar con base en lo que uno en verdad siente, cree y espera :)
"El día de hoy, ve tus problemas como obstáculos. Con obstáculos, hay desafío. Con desafío, hay propósito. Con propósito, hay realización". Yehuda Berg
ResponderEliminarMe agradó tu entrada al blog, sobre todo porque me recordó a cómo era antes y ver cómo soy ahora tan calculadora, organizadora de cada minutos y segundo de mi vida; lo que a veces en verdad es desgastante, ya que a uno no se da muchas veces tiempo para sí mismo, lo cual es indispensable.
Es necesario recordar que cada segundo cuenta y hay que vivirlo, sentirlo, aprovecharlo, gozarlo al máximo; ya que se va tan rápido que ni nos damos cuenta. Tras haberte leído en el blog me dejas una sonrisa :D. Sé feliz en cada momento de tu vida.
wow!! que identificada me sentí contigo!! yo era igual de calculadora, hasta que conocí a alguien que me hizo cambiar, y de verdad no me arrepiento de hacerlo.
ResponderEliminarDisfruta la vida, que solo hay una!!
Tienes toda la razón Diana!!! muy buena frase Eunice!! y a disfrutar la vida niñas!! Muchas gracias por sus comentarios!! :D
ResponderEliminar