Hoy por la tarde, mientras lidiaba con las secuelas de una gripe atípica, e intentaba ordenar el desastre en mi cuarto, ocurrió un reencuentro inesperado: entre decenas de papeles y otras curiosidades, hallé aquel libro que tanto había buscado, tras haberlo prestado a uno de mis mejores amigos (a quien por cierto, le debo la inspiración para el nombre de mi blog); pues aunque ya está gastado y amarillento, ese libro simboliza un verdadero tesoro para mí.
Se trata nada menos que de El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry. Una de las joyas de la literatura francesa, que ciertamente no es un libro sólo para niños, sino todo lo contrario, pues representa para “las complicadas personas adultas” una de las críticas más sensibles y certeras acerca de las relaciones humanas.
¿Qué resulta tan fascinante de El Principito? Nos invita a no dejar de lado la imaginación y la capacidad de asombro que nos caracterizaban de niños, pues a medida que crecemos, viciamos nuestra percepción de la vida, de la amistad, de las responsabilidades, etc., nos exhorta a ver más allá, a observar una impresionante boa devorando elefantes y no concebirla con la forma de un simple sombrero aburrido.
Desde pequeña amaba ese libro, pero estoy convencida de que no llegué a comprender su significado real sino hasta hace algunos años. Mi parte preferida es cuando el Principito conoce al zorro y éste le enseña a “domesticarlo” a través de la creación de lazos indestructibles.
Si alguna vez nos hemos cuestionado ¿por qué formar lazos con otras personas si en algún momento ellas habrán de marcharse o de morir?, si hemos optado por el egoísmo o el miedo en alguna ocasión, creo que es un buen momento para repasar las enseñanzas de este pequeño, pero inspirador libro; evitando que nuestro ritmo vida tan demandante nos convierta en faroleros autómatas, en bebedores avergonzados, en vanidosos insoportables o en reyes sin corona…que aprendamos a cuidar siempre de de nuestros corderos, de nuestras rosas y de nuestros planetas; pues la vida se va en un instante, y más vale recordar lo vivido que lo anhelado.
Así pues, mi libro viejo ha retornado a su lugar en el librero sólo para recordarme que nunca está de más hacer una pausa, y reconocer que "no se puede ver bien, sino con el corazón, pues lo esencial es invisible a los ojos…"
Con ésta descripción tan llamativa, dan muchas ganas de volver a leerlo, pues como bien señalas, a pesar de que en alguna ocasión de nuestra infancia ya lo hayamos leído, es diferente la lectura que le damos cuando estamos en otra etapa de nuestra vida. Imagino que si lo volvieramos a leer de aquí a diez o veinte años, reflexionariamos aún sobre más cosas. Saludos. Angel
ResponderEliminarme encanta como escribes Arely, síguelo haciendo... sobre el comercial de Coca tienes toda la razón, es una transnacional sí, sus productos son fatales para la salud sí, pero es innegable que hacen cosas bien y una de ellas son este tipo de comerciales... es necesario cultivar esa capacidad para ver lo bueno y lo malo, ya que en la actualidad en nuestro país prevalece una tendencia polarizadora que enaltece o descalifica todo... saludines
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con ambos! Gracias por sus comentarios!!! =D
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