domingo, 24 de abril de 2011

"Rio"

Mi visita del pasado fin de semana al cine podría clasificarse como una antesala a los próximos festejos por el Día del niño, ya que fui a ver “Rio”, la más reciente película animada de  20th Century Fox y Blue Sky Studios, producida por el mismo equipo que participó en la trilogía de “La era de hielo”.
                La película trata sobre Blu, un guacamayo azul que, después de ser sustraído de su hábitat natural en la selva brasileña, es rescatado en Massachusetts por una niña llamada Linda, quien cuida de él y se convierte en su dueña y mejor amiga; sin embargo, cuando un biólogo amante de las aves lo descubre y le dice a Linda que es el único espécimen de su tipo, junto con una hembra que encontraron en Rio de Janeiro, la convence para viajar a Rio con el fin de “preservar la especie”.
                Al llegar a Rio, Blu conoce a Perla, una guacamaya azul igual a él, pero de espíritu libre y sin confianza en los seres humanos. Es entonces cuando suceden una serie de aventuras (que no les voy a detallar, por si quieren ver la película), que llevan a Perla y a Blu a buscar su libertad, y a encontrar el amor (¡aw, qué lindo!). Sucede que, en realidad, la película en general puede catalogarse así: “linda”, pues posee un humor blanco y ligero dirigido enteramente al público infantil, mas no por ello deja de ser enternecedora y de arrancar una que otra carcajada.
                Sin embargo, hay un tema que me llamó la atención más allá de la película en sí, y que se resume en una gran interrogante: ¿por qué Rio?, es decir, ¿por qué una película de dibujos animados, realizada por una de las más grandes casas productoras de cine, se desarrolla en Brasil? Simplemente, el título de la película es bastante sugerente, pues la cinta no se llama “Las aventuras de Blu”, o algo parecido, sino que se llama simplemente “Rio”.
                Para empezar, uno de los productores de la cinta es Carlos Saldanha, de origen brasileño, quien ha declarado que desde que participó en la realización de “La era de hielo” tenía el deseo de crear una historia que tuviera como escenario a su país natal. Lo anterior es plenamente comprensible, sin embargo, más allá del interés personal de Saldanha, no podemos ignorar la coyuntura actual en la que se inscribe esta película, puesto que Brasil ha adquirido una presencia cada vez mayor a nivel regional e internacional.
                Dicha presencia ha ido en aumento no sólo gracias a su crecimiento económico, sino también a la manera en que las autoridades brasileñas han sabido utilizar este tipo de estrategias de poder suave para proyectar al país de un modo más sutil y caracterizando a la cinematografía, la cultura y las tradiciones de Brasil como elementos exportables que sin duda han disparado la popularidad del país sudamericano. No es gratuito que el mundo entero esté volteando la mirada hacia Brasil, mucho menos con juegos olímpicos y un mundial de fútbol en puerta. Otra reciente película gringa de acción, “Rápido y furioso 5” (aún no puedo creer que ya haya cinco películas de eso, pero en fin…) también se llevó a cabo en Rio de Janeiro.
Así, Brasil es representado en “Rio” como una ciudad grande y hermosa, en la que resaltan sus principales referentes como la estatua del Cristo Redentor, la samba, la música, el carnaval, las playas, los colores de la bandera, la exuberante vegetación, el candor de su gente, el clima tropical, el fútbol y la selva amazónica. Resulta curioso que también aparecen las favelas, como los “barrios pobres” de la ciudad, ya que ahí se desarrolla parte de la historia, aunque evidentemente su imagen es mucho más matizada de lo que son en realidad, en primer lugar porque se trata de una película para niños, y en segundo, porque dudo que a los brasileños les interese mostrar ese “lado oscuro” que aún prevalece en muchas de sus principales ciudades.
                Ante todo esto, es posible que el gobierno brasileño haya otorgado una determinada cantidad de recursos para impulsar este tipo de proyectos realizados en Estados Unidos como parte de su promoción a nivel global, pero lo que no podemos dejar de lado es que, sin lugar a dudas, habrá que considerar más en serio a Brasil, no sólo como el gigante de América, sino también como un país que, a pesar de su atraso, hace ya mucho tiempo que nos rebasó.
               

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